Boletín de la Academia Costarricense de la Lengua - tercera época

«El hombre que está arriba», de Myriam Bustos

Año XVII. 2022    págs. 79--83
Artículo de: Mía Gallegos Domínguez

«EL HOMBRE QUE ESTÁ ARRIBA», de MYRIAM BUSTOS

Un cuento colmado de ironía y de múltiples sutilezas de Myriam Bustos Arratia ha llamado mi atención durante largo tiempo. Me refiero al titulado «El hombre que está arriba», del libro Reiterándome. No es la primera vez que en sus cuentos Bustos Arratia habla de la casa, ese sitio que nos da albergue y que es nuestro pequeño universo. En el caso del cuento «El hombre que está arriba» se trata de un lugar inhóspito en donde malvive una pareja formada por Alirio y Gandula.

Ella, Gandula, cuyo nombre proviene de gandul, tunante y holgazán, se utiliza en Chile, país de donde es originaria la autora. Como puede entreverse, Gandula es una mujer muy corriente y así la describe Bustos en el cuento: una mujer bulliciosa, parlanchina, que al nomás llegar del trabajo iba lanzando objetos como zapatos, aretes y bolsos mientras hablaba con los perros. En cambio, Alirio, que se gana la vida dibujando, necesitaba de un espacio tranquilo para poder crear. Pronto, ambos se percatan de que la casa recién comprada no ofrecía ni las más mínimas comodidades para hacer la vida habitable: «Su taller resultábale incómodo por lo reducido, la carencia de ambiente propicio para concentrarse en su tarea no era inconfortable, era atroz, en verdad».

Y es que Gandula, además de bulliciosa, era sociable en extremo y la casa continuamente la invadían amistades bullangueras al igual que ella y esto incluía los fines de semana. La idea de un cambio provino de Gandula, quien propuso crear un taller en el jardín para que Alirio pudiera trabajar sin los molestos ruidos y la presencia de extraños. Al poco tiempo, este descubrió que el edificio no resolvía el problema de la contaminación sónica. De nuevo levantaron hacia arriba el famoso taller y aun así no se resolvía el problema. De manera que con el tiempo se convirtió en una edificación de diez pisos.

El contraste entre Alirio y Gandula se acentuaba. Alirio ya casi no tenía contacto con su mujer ni con sus hijos y un buen día supo que ella se había casado con el jardinero. En vista de lo cual se dedicó a crear y dibujar por su cuenta debido a que ya no tendría que mantener a la familia.

María Inés Zaldívar, profesora de la Universidad de Rutgers, en New Brunswick, Nueva Jersey, es autora del estudio Reiterándome: Elevación frente a negación, en el que se refiere al cuentario de Bustos Arratia. En relación con «El hombre que está arriba», sostiene:

Basada en oposiciones binarias irreductibles, la construcción del relato nos presenta, por una parte, a la esposa, Gandula, toda extraversión, música ensordecedora, movimiento, sociabilidad exuberante, consumismo, diversión permanente, la que se opone a Alirio, su marido, un artista plástico que es todo introversión, silencio, quietud, soledad, austeridad y recogimiento (1995: 61-62).

También indica Zaldívar que en el cuento hay dos paradigmas: el mundo de la esposa es el de abajo, en cambio, el de Alirio se extiende cada vez más hacia arriba y esa transformación del personaje inscribirá este cuento en la categoría de lo fantástico, como se verá. La ensayista llama la atención sobre una serie de estereotipos que se subvierten. Destaca, en primer lugar, el hecho de que el personaje Alirio no corresponde con la cultura patriarcal al abogar por «un cuarto propio» para poder crear. Afirma:

Su sensibilidad, su desinterés por asumir el mando de la casa, su papel de espectador frente a la organización de la vida cotidiana y laboral, e incluso su renuncia a ser el proveedor de la familia cuando descubre con alivio que otro hombre se ha casado con su esposa, son muestras elocuentes y que hablan por sí solas (Zaldívar, 1995: 63).

Conforme avanza la narración del cuento, Alirio se va transfigurando como podemos verlo en el siguiente fragmento:

A medida que continuaba el tiempo y se sucedían raudos los años, Alirio iba viendo cada vez más pequeño y nimio todo cuanto había abajo. Los ruidos, que al comienzo percibía, aunque tan débiles que no le causaban conflicto alguno, no existían ya (Bustos Arratia,1988: 104).

Y más adelante expresa su deleite por la música clásica que escucha desde el fondo de su ser sin necesidad de utilizar la grabadora; además, un sentimiento de gratitud y beatitud va envolviendo su vida.

Se puede ver la transfiguración del personaje a lo largo del tiempo y aquí conviene citar las palabras de Gastón Bachelard, de El aire y los sueños: «Las imágenes poéticas son operaciones del espíritu humano en la medida en que nos aligeran o nos levantan o nos elevan. No tienen sino un eje de referencia: el eje vertical. Son esencialmente aéreas» (Bachelard, 2012: 57). Y es que durante esos años de recogimiento, Alirio experimentará una gran transformación:

desde la altura percibía el mundo terrestre con ojos de árbol y criterio de nube, y con estos elementos naturales se sentía identificado (Bustos Arratia, 1988:107).

El taller de Alirio es una metáfora de la elevación, en contraste con la rudeza de Gandula y su mundo material. Cerca del final del relato, Alirio abre el ventanal de su estudio y sus dibujos salen por la ventana transformados en una especie de ave gigantesca. Así lo describe Bustos Arratia:

Un día soleado y celeste en que las delicadas amigas nubes viajaban hacia el sur frente a su ventana, abrió de par en par ambas puertas para recibir el sutil calor de las alturas y respirar ese aire prístino que rodeaba su vivienda. Entonces la brisa penetró juguetona y decidida y curioseó sobre su mesa de labores. Las hojas que contenían sus dibujos comenzaron a levantarse por el cuarto. Muchas de ellas fueron arrastradas hacia el exterior y se precipitaron en el espacio (Bustos Arratia, 1988: 108).

Cabe citar de nuevo a Bachelard: «Entre los grandes soñadores de la verticalidad pueden encontrarse imágenes más excepcionales aún, en que el ser aparece como desplegado a un tiempo en el destino de la altura y en el de la profundidad» (Bachelard, 2012: 136).

Al final del cuento, Bustos Arratia muestra a un Alirio ya viejo y casi ciego, quien ha permanecido durante varios decenios en su taller. Ha dibujado cuanto ha querido: gaviotas, alcatraces, palomas, cóndores y un sinnúmero de otras aves. Estaba cansado pero había realizado el sueño de crear

…la transparente habitación en que había permanecido cuarenta años y que desde hacía veinte era solo un recuerdo para quienes lo vieron encumbrarse hasta donde ya no podía percibirse desde el suelo, se hizo una con las nubes en que se sostenía. Y transformada en lluvia retornó a la tierra (Bustos Arratia, 1988:108).

Un tema adicional surge: ¿pertenece este cuento a la literatura fantástica? ¿Es de carácter maravilloso? Para aclarar estas preguntas acudamos a las tesis de Todorov, de su Introducción a la literatura fantástica. Así define esta noción:

En un mundo que es el nuestro, el que conocemos, sin diablos, sílfides, ni vampiros se produce un acontecimiento imposible de explicar por las leyes de ese mismo mundo familiar. El que percibe el acontecimiento debe optar por una de las dos soluciones posibles: o bien se trata de una ilusión de los sentidos, de un producto de imaginación, y las leyes del mundo siguen siendo lo que son, o bien el acontecimiento se produjo realmente, es parte integrante de la realidad, y entonces esta realidad está regida por leyes que desconocemos (Todorov, 1981:18-19).

Ahora bien, el cuento de Bustos Arratia no empieza como un cuento de índole fantástica. Al transformarse Alirio dentro de su guarida sufre una verdadera transfiguración, que sin duda es la que le dará a la narración un giro fantástico. En realidad, lo que se da en el ámbito psicológico es una sublimación.

Todorov plantea, asimismo, lo siguiente:

Lo fantástico ocupa el tiempo de esta incertidumbre. En cuanto se elige una de las dos respuestas, se deja el terreno de lo fantástico para entrar en un género vecino: lo extraño o lo maravilloso. Lo fantástico es la vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural (Todorov, 1981:19).

No es posible considerar que el cuento sea extraño, si bien produce extrañamiento. Pero me pregunto si está dentro de la concepción de lo maravilloso. Continúa Todorov señalando lo propio de la literatura fantástica y agrega:

Lo fantástico tiene pues una vida llena de peligros, y puede desvanecerse en cualquier momento. Más que ser un género autónomo, parece situarse en el límite de dos géneros: lo maravilloso y lo extraño (Todorov, 1981:31).

De esas notas se desprende que «El hombre que está arriba» corresponde a literatura fantástica y que, por no ser este un género autónomo, también está situado en lo maravilloso y lo extraño. Mas lo extraño está más relacionado con las narraciones que producen horror tal y como lo detalla Todorov. En cambio, lo maravilloso tiene otro cometido, tal y como lo explica: «Lo maravilloso, por el contrario, habrá de caracterizarse exclusivamente por la existencia de hechos sobrenaturales, sin implicar la reacción que provocan en los personajes» (Todorov, 1981: 35).

Para concluir, este cuento de Myriam Bustos Arratia se inicia con situaciones realistas y cotidianas. Existe el mundo rudimentario representado por Gandula y el mundo vertical en ascenso que pertenece a Alirio. Este personaje se transforma, es el creador por excelencia que logra realizar su obra. Es el héroe. El cuento rompe con arquetipos, si bien en este caso es el protagonista quien se aparta de los moldes convencionales y patriarcales para buscar con anhelo «una habitación propia».

Referencias bibliográficas

Bachelard, Gaston. 2012 [1943]. El aire y los sueños. Trad. E. de Champourcín. México: Fondo de Cultura Económica.

Bustos, Arratia, Myriam. 1988. Reiterándome. San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.

Zaldívar, María Inés. 1995. Reiterándome: elevación frente a negación. San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.

Todorov, Tzvetan. 1981 [1970]. Introducción a la literatura fantástica. Trad. S. Delpy. México: Premiá.